Funcionamiento

Algunos de los principios que definen a este espacio de investigadores en comunicación:

• Es reticular

Como espacio de investigadores es una red, más que una institución. Cuando surgió, todos los encuentros sobre comunicación llevaban sellos institucionales, vinculados a asociaciones con financiamiento internacional o a las direcciones de carreras y facultades del país.

La Red no se construyó sobre una oposición, pero sí como una alternativa a los vicios que caracterizan a la organización de esos espacios. Con otra lógica de funcionamiento, a lo largo de los años se ha mantenido al margen de sus pujas, si bien no está exenta del vínculo con las instituciones: las Jornadas siempre se realizaron en sedes de universidades nacionales pero conservando la autonomía en la organización.

Desde sus orígenes, la Red articuló a investigadores de la comunicación del país en un ámbito de intercambio, debate y reflexión académica donde todos participan en pie de igualdad.

• Es federal

Los participantes de la Red provienen de distintos puntos de la Argentina –en ocasiones, incluso, han participado algunos investigadores de otros países sudamericanos–. Desde el primer día se enfatizó el carácter federal de la organización. Las Jornadas se han realizado en Buenos Aires (1995), Olavarría (1996), Mendoza (1997 y 2007), San Salvador de Jujuy (1999), Paraná (2000), Córdoba (2002), General Roca (2003), La Plata (2004), Villa María (2005) y San Juan (2006), Mendoza (2007), Rosario (2008), San Luis (2009), Quilmes (2010), Río Cuarto (2011), Santiago del Estero (2012), Gral. Sarmiento (2013). Con énfasis y bastante éxito, se ha procurado que las sedes de las Jornadas no se repitan. La otra clave del diseño federal de la Red es la figura de los difusores, que se encargan en cada localidad en donde hay alguna institución dedicada a la comunicación, de promover la participación en las Jornadas.

• Está descentralizada

En cada región del país, la Red tiene difusores –que se proponen voluntariamente, trabajan ad-honorem y casi sin reconocimientos formales– que hacen circular la información de la Red y agilizan la asistencia de sus colegas en las Jornadas. El difusor es más un activista que un representante, en el mismo sentido en que se trata de una Red autogestionada por los propios investigadores más que una institución formalizada.

Actualmente el correo electrónico haría factible organizar una actividad nacional desde un centro único. Sin embargo, la Red ha mantenido intacta la estructura de difusores, que condensa algunos de sus principios más audaces y valorados: el federalismo y la no concentración de poder. La distribución de ciertas tareas y decisiones más allá de las comisiones organizadoras apunta en ese sentido. Por otra parte, la existencia de difusores posibilita la descentralización de la información y acerca la Red a las distintas regiones.

• Se organiza democráticamente

Las Jornadas realizadas por la Red han tenido –salvo escasas excepciones– una periodicidad anual. Al final de cada una de ellas, se desarrolla una reunión plenaria donde todos los asistentes tienen igual derecho de participación con voz y voto. Allí se pone a consideración el balance del año, se designa la nueva comisión organizadora y se decide cuál será la siguiente sede de las Jornadas. Este espacio de debate horizontal nos pertenece del mismo modo que a él pertenecemos y nos identifica.

• Promueve la horizontalidad

La Red se diferencia de otros espacios académicos, donde ciertas figuras reconocidas del campo ofrecen conferencias magistrales y otras personalidades institucional o académicamente consagradas participan de mesas redondas, mientras el resto de los participantes presenta sus ponencias en espacios de menos relevancia. En nuestras Jornadas no hay jerarquías: todas las instancias de intercambio tienen el mismo valor.

En ese plano se produce un fuerte contraste con la mayor parte de los congresos, donde tales jerarquías no sólo establecen una desigualdad simbólica sino también económica: mientras el común de los “ponentes” debe abonar todos sus gastos –el viaje, la estadía, onerosas inscripciones y el libro o CD–, los “invitados especiales” tienen todo pago. En la red, en cambio, cada asistente paga un monto accesible, igual para todos. Así ha sido posible ver investigadores de larga trayectoria compartiendo mesas de trabajo con tesistas que recién empiezan su carrera, en un encuentro donde ambos aprenden. Ese criterio, que ha producido el alejamiento de algunos viejos participantes, al mismo tiempo ha sido fundamental para mantener la horizontalidad en la Red.

Asimismo, la Red no tiene un “comité académico” que prestigie con su presencia, esclarezca el rumbo de las actividades o tenga la regla justa para discriminar trabajos buenos y malos, aceptables o no aceptables. El crecimiento –y el prestigio– de la red, con sus altibajos, ha sido producto del aporte reflexivo de todos los participantes.

• No tiene dueños ni sponsors

La coordinación operativa de las Jornadas está en manos de una Comisión Organizadora donde confluyen una Comisión Local y una Comisión Nacional. La primera dura un año y está formada por seis miembros de la sede en la que se desarrolla el encuentro. La segunda también tiene seis integrantes, que son elegidos en la asamblea que se realiza cada año.

Años atrás el plenario de la Red definió, por ejemplo, que los miembros de la Comisión Nacional sólo pueden permanecer en esa función por un máximo de dos años. Así, si por un lado se busca que la renovación de la CN sea parcial, garantizando la transmisión de principios y de saberes prácticos que agilizan la organización de las Jornadas, por otro lado se garantiza que dicha renovación sea constante, evitando cualquier posible de concentración de las decisiones en una persona.

La Red no tiene dueños: el sostenimiento de este principio esencial, irrenunciable, ha llevado a minimizar cualquier formalización de la organización que permitiera acumular poder. Por eso, así como no se constituyó una comisión permanente, tampoco hay una personería jurídica. La tesorería es también rotativa y está a nombre de un miembro de la Comisión Nacional propuesto en el plenario, y un miembro de la Comisión Local de la sede de la siguiente Jornada.

Históricamente también se ha sostenido una negativa a cualquier sponsoreo. Dado que se trata un espacio que no tiene como objetivo acumular dinero, se evita toda decisión que pudiera condicionar el rumbo de la organización económica o ideológicamente.

• Es un espacio de intercambio y aprendizajes

El objetivo es el intercambio entre investigadores, más que la acreditación, aún en tiempos en los que el mercado académico torna una obsesión la junta de certificados y obstruye el sentido de encuentro, reflexión y aportes recíprocos entre productores de conocimiento. Sin ignorar que aquella lógica atraviesa nuestras prácticas de investigación, la Red insiste en constituir un espacio abierto de discusión horizontal. Por eso no hay un proceso de selección de resúmenes y el armado de las mesas tiende a potenciar la interrelación de una diversidad de enfoques, geografías y trayectos formativos.

Al recuperar el gesto de ponerse a la escucha del otro, hay quienes vivencian los encuentros de la Red de un modo diferente a otras Jornadas, por lo que vuelven año a año.